─Papá ¿Nos vamos a morir? ─pregunta asustado Rafa mientras le da un sorbo a la tasa de leche tibia que tiene enfrente─ ¿Por qué se están quemando tantos lugares en el mundo?
─Si toda la raza humana no toma conciencia de la gravedad de la situación en la que nos encontramos, es probable que nos sea cada vez más difícil poder vivir como lo hacemos hasta hoy, hijo mío ─le responde Blue a su hijo.
Trata de encontrar las palabras correctas para poder explicarle a su hijo de ocho años que, a pesar haber tenido innumerables oportunidades para poder afrontar y reducir su impacto en el ambiente, el ser humano ─fiel a su esencia─ una vez más, ha dejado todo para el último momento, porque lleva enquistado en el cerebro el pensamiento simplista de que todo se puede solucionar con una respuesta mágica, que todo está atado a una sola variable que, una vez controlada, solucionará este gran problema. Tratar de explicarle que el pensamiento holístico nunca formó parte de la estructura de pensamiento de nuestros ancestros y menos de los humanos de nuestra generación; que, al final, todos tenemos la “certeza” de que esas cosas suceden en otros lugares, que difícilmente nos pasará aquí, sin entender que somos parte de un todo interrelacionado y lo que dejemos de hacer aquí afecta a lo que sucede allá y viceversa.
─¡Mira papá! ─grita Rafa, que ha saltado de su silla para mirar por la ventana al helicóptero contra incendios que pasa ensordeciendo a todos por un instante con su golpe de palas─ esa bolsa que lleva ¡Se va a caer! Sólo la sujeta una cuerda.
─Es un bambi bucket ─le explica Blue, mientras el ruido del helicóptero se va haciendo cada vez más lejano─ una bolsa donde el helicóptero puede cargar mucha agua para apagar incendios forestales, como el que llena de humo nuestra ciudad hace dos días.
─Mientras me alistaba para mis clases, mamá me contó que un niño y su burrito que vivían por ahí se hicieron mucho daño por el fuego y el humo ─añade Rafa.
─Así es hijo ─asiente Blue─. Por ahora, es mejor que mamá te lo cuente así ─reflexiona.
¿Cómo podría asimilar Rafa que un niño, de su misma edad, ha muerto calcinado junto a su burro por querer salvar a su animal más querido y quizá el único medio de transporte de la familia?
─¿Y entonces papá? ─vuelve a la carga Rafa─ Ese incendio ¿Llegará hasta nuestra casa la próxima vez? ¿Por qué dices que será más difícil vivir? ¿No podremos hacer nada para cambiarlo?
─Es poco probable que ese incendio pueda llegar a nuestra casa hijo ─responde Blue─ pero ese incendio es una consecuencia, es algo que pasa porque hemos dejado de hacer algunas cosas o muchas cosas ─reflexiona y calla…
A estas alturas, el cliché: reducir, reutilizar y reciclar; resulta necesario pero insuficiente ─Blue se pierde en busca de una respuesta─. Sabe que la temperatura global seguirá incrementándose hasta la mitad de este siglo invariablemente, hagamos lo que hagamos. Reducción de emisiones, absorción masiva de dióxido de carbono y eliminación de carbono son las medidas principales, más fáciles de enunciar que de lograr.
En algún momento se llegó a plantear una solución de bioingeniería que reflejara el calor de vuelta al espacio, con las consecuencias que eso implicaría todavía en tela de juicio hasta hoy. Recuerda una de sus películas favoritas: The Matrix. Cuando Morpheus le contaba a Neo la solución similar que habían “encontrado” los humanos para evitar el control del humano por las máquinas y la IA ─inteligencia artificial─. “Quemar el cielo” para evitar que las máquinas puedan obtener la energía del sol ─mira a su hijo y siente un escalofrío que lo recorre de pies a cabeza al evocar el resto de la película─ “El destino, parece que, siempre actúa con cierta ironía…” ─decía Morpheus─.
La humanidad tendrá que encontrar tecnologías que nos permitan extraer de la atmósfera la misma cantidad de dióxido de carbono que produjo Estados Unidos ─principal país industrializado del planeta─ durante todo el año 2020 ─y eso que fue el año de la pandemia, piensa Blue─ es decir, un sistema que succione la misma cantidad de emisiones de todos los autos, hidroeléctricas, fábricas y aviones de ese país, en ese año ─y todo eso en los próximos treinta años ¡Menudo numerito! Piensa sobresaltado─. Plantar y reforestar bosques es ahora otro cliché necesario pero insuficiente.
─Es como la carrera de relevos que vimos en las olimpiadas de Tokyo hijo ─retoma la respuesta Blue─ ya viste que ponen a los “menos rápidos” a correr primero y el tramo final ─decisivo─ queda en manos del más rápido. Así pasa ahora mismo con el cambio climático, todos los “lentos” tendremos que hacer nuestro mejor esfuerzo, en esta carrera que vamos perdiendo, para buscar la forma de hacer llegar el testigo a manos de los mejores corredores, que estén en mejor capacidad de entender la estrategia general de la competencia y con una mejor condición física que les permita equiparar, o ganar, la carrera más importante de nuestra existencia…