La ruta del visionario. Parte Final.

-Vida multiplanetaria -recuerda Nole- esa es la mejor opción para proteger a la especie humana de su extinción: un meteorito, un virus diseñado, el calentamiento global o el desarrollo de una tecnología aún desconocida con el suficiente potencial para desaparecernos. Es imprescindible encontrar la forma de establecer condiciones de vida suficientes para poder colonizar Marte en unos veinte años, una colonia inicial de ochenta mil personas que nos permita el desarrollo paulatino de las condiciones necesarias de vivienda, alimentación y transporte basados en fuentes de energía eléctrica dada la ausencia de oxígeno en la atmósfera marciana.

Fue el objetivo que lo llevó a invertir cien millones de dólares de su nueva fortuna en su siguiente compañía ExplorationX que en siete años se convirtió en la primera compañía privada en poner en órbita un satélite y en llegar a la Estación Espacial Internacional.

En su afán por reducir el calentamiento global, como uno de los factores que nos conducirá a la extinción de la humanidad, empezó a desarrollar tecnologías para aprovechar la energía solar:

-Autos compactos y económicos que sean íntegramente alimentados por baterías recargables mediante energía solar -se proponía Nole-. Crear grifos de electricidad cuyos techos sean paneles solares que recojan continuamente la energía que nos brinda la principal estrella de nuestro sistema solar.

Todas las partes de esta cadena serían fabricadas y ensambladas por dos compañías que impulsaría Nole con este objetivo: Tritium y Solarium, que con el pasar de los años se convertirían en las compañías más importantes en la fabricación de autos eléctricos y sistemas de energía solar respectivamente.

-Democratizar las posibilidades de la inteligencia artificial poniéndola a disposición de todos mediante una plataforma abierta que ayude a contrarrestar su futuro uso lucrativo por parte de las empresas privadas o su desvirtuación al pretender alimentar el hambre de poder de algún régimen totalitario -continuaba cavilando Nole-. Toda tecnología novedosa en manos equivocadas siempre buscará concentrar el poder y debemos trabajar en pro de la humanidad y su libertad.

Fue el punto inicial del nacimiento de FreeAI, compañía dedicada a la investigación de la inteligencia artificial en beneficio de la seguridad humana.

-¿Qué pasará el día que los avances en inteligencia artificial generen en las máquinas la “conciencia” de que pueden superarnos en la carrera por la inteligencia? -se preguntaba Nole-. Se debe encontrar la forma de crear una interfaz cerebro-procesador capaz de abrirnos la posibilidad de seguir contando con la ventaja de nuestro lado humano, sumándole todo lo que puedan aportar las máquinas, manteniendo nuestra “ventaja” sobre ellas.

Para buscar una solución a esta inquietud creó Braintech que, junto a FreeAI, se encargará de buscar la mejor forma de implantar tecnología en el cerebro humano en la búsqueda de lograr una simbiosis “beneficiosa” para el ser humano.

Una vez más volvía Nole en busca de su reflexión final respecto de la cuestión que lo había hecho viajar por todos los hitos importantes de su vida hasta este punto, hasta este preciso momento en el cual sentía latir su corazón en la garganta, las lágrimas que apuraban su salida llenando inconteniblemente la comisura de sus ojos y una sola idea rondando su cabeza:

-La vida es dura por naturaleza, toca sobreponerse a ella, aunque el camino exija abandonar aquellos modelos y personas que inspiraron la construcción de esta misma senda, pero cuya comprensión de la vida va quedando vetusta junto con sus cuerpos humanamente mortales…

La ruta del visionario – Primera Parte.

Cuando Nole se perdió en sus reflexiones buscando el sentimiento que mejor describa su turbación al escuchar al héroe que lo había inspirado toda su vida rechazando su proyecto comercial de llevar a las personas al espacio en vuelos comerciales, recordó vívidamente el momento cuando en su natal Pretoria, a los doce años, le planteó a su padre:

-Deberíamos mudarnos a Estados Unidos papá, allá está la NASA, y yo quiero llegar a Marte y morir allí.

-¡No seas estúpido Nole! -le espetó su padre- ¿Quién diablos piensas que se va encargar de ti en esas lejanas tierras? Sólo somos tu y yo, y tengo demasiadas cosas que atender aquí para pensar siquiera en mudarme a otro país.

Aquella vez Nole entendió que si deseaba estar cerca de sus sueños tendría que hacerlo él solo.

Como era el mejor alumno de su clase en la escuela, la envidia de sus compañeros lo hacía presa fácil y constante de bullying, siempre atentos a la ocasión de poder golpearlo, hasta aquel día:

-Iba bajando las gradas -recuerda Nole- completamente inmerso en la lección que nos acababa de enseñar el profesor Rashim en su clase de Biología, cuando de pronto el impulso furioso de varias manos en mi espalda me hizo rodar escaleras abajo. Diez peldaños -recuerda- son los que alcance a contar antes de perder el conocimiento. Luego silencio y oscuridad. Cuando desperté estaba mamá sentada al lado de la camilla en la clínica. Me contó que Mandla y Luan me habían empujado con la intensión de molestarme sin darse cuenta, ¿o sí?, del accidente que causarían.

-Nada grave hijo -le informó mamá- sólo golpes y un gran susto.

Cuando volvió a la escuela decidió que la biblioteca sería su refugio, y que leería cuanto libro hubiera en ella, incluyendo esa gran enciclopedia. A sus diez años ya había aprendido a programar y a los doce ya tenía listo su primer videojuego.

-Mis primeros quinientos dólares -recuerda con orgullo Nole- para entonces mis padres estaban divorciados y vivía con papá. Ese día lo decidí. Terminaría la escuela y me iría a vivir a casa de la tía Sophie en Canadá. Era lo más cerca a Estados Unidos que podía llegar entonces.

Apenas concluyó la escuela, a sus diecisiete años, se marchó a Canadá sin el consentimiento de su padre y sin un solo centavo en los bolsillos.

-Le hubiera podido pedir dinero a papá -recuerda Nole- para entonces ya era dueño de una mina de esmeraldas y dinero no nos faltaba. Pero mis ansias por seguir a mi corazón hicieron oídos sordos a sus advertencias. Cogí lo poco que tenía y me fui.

Tiempos difíciles se avecinaban para Nole. Alcanzar los sueños nunca fue tarea sencilla, y esta no sería la excepción.

-Manos con callos -recuerda Nole- fue lo primero que obtuve de mi primer trabajo en Vancouver cortando troncos. Mis horas cultivando hortalizas hicieron mis brazos más fuertes y ayudar paleando cereales en el granero de mi primo Eliot me hacía más fuerte física y económicamente. Todo cuanto sumara, estaba bien. Recuerdo que mi mejor paga la obtuve limpiando el cuarto de máquinas de un aserradero.

Fueron sus primeros trabajos, siempre pensando en la universidad y sus grandes posibilidades de aprendizaje y desarrollo superlativo de lo que hasta entonces había podido conocer.