Síndrome de la felonía

¿Cuál es el sentimiento real que subyace a toda sonrisa cortés? ¿Cuáles las intenciones detrás de un apretón desdeñoso de manos? ¿Qué realidad tristemente oculta se disfraza de traje elegante? -se preguntaba Blacky, con una sensación repetida de decepción- Qué importancia tiene ya, el síndrome de la felonía hace de la confianza un tema patológico en estas tierras, en estas regiones, en este país.

En su afán por demostrarse a si mismo que siempre se podían encontrar excepciones a la “regla”, que -de alguna manera- siempre se podía abrigar la esperanza de encontrar el lado positivo del individuo, había intentado infructuosamente forjar lazos interpersonales de crecimiento constante y duraderos en el tiempo con muchas personas, desde las más cercanas hasta las menos conocidas. En ambos escenarios había fallado, si bien no todas las veces, si en la gran mayoría.

-En todos los casos está presente siempre el problema de los conceptos errados -pensaba Blacky- Deseo de superación versus inmediatismo. Y mientras más actual la generación o menos años el individuo, menos capacidad de reconocer la diferencia entre ambos. Lo quiero todo, pero a esfuerzo casi cero -pensaba Blacky.

En su andar aventurero por la vida, Blacky había logrado recorrer distintos caminos, distintas realidades, distintas culturas. Cada cual con sus respectivos “males endémicos”, cada cual en la búsqueda de su cura. Sin embargo, le disgustaba reconocer que el síndrome de la felonía -que seguía propalándose y dominando cada vez más- se fortalecía día a día de la mano de la peste que asolaba al mundo entero y que sacaba -en su manifestación más cruel- lo peor de este mal sin cura alguna en el horizonte próximo.

-Si los seres y su supervivencia se encuentran ligados, hoy más que nunca, al respecto fidedigno entre ellos y sus acuerdos sociales -tácitos o manifiestos- ¿Qué esperanza nos dejan el síndrome de la felonía y la peste juntos? -se preguntaba un desolado Blacky, cuyas reflexiones continuaban menoscabando sus mínimas esperanzas…

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