La ruta del visionario. Segunda Parte.

-Física -afirma Nole- para adentrarme en sus principios fundamentales y a partir de ellos desarrollar tecnologías orientadas a prolongar la existencia de la humanidad. Economía -agrega Nole- para una visión heurística orientada a satisfacer las necesidades humanas.

Cuando hubo reunido el dinero suficiente empezó sus estudios de pregrado en Queen’s University, ahí conoció a su primer amor, Justine, escritora que se convertiría en su esposa. Pronto buscaría acercarse más a su objetivo mudando sus estudios universitarios a Pensilvania. Estados Unidos ¡por fin!

-Licenciado en Física y Economía ocho años después -recuerda Nole- etapa retadora pero muy divertida, sobre todo cuando alquilamos toda una casa de fraternidad con mi compañero y mejor amigo Risso y la convertimos en club nocturno clandestino -una mueca de sonrisa tímida y cómplice se dibuja en el rostro de Nole.

Con una visión mejorada llegó a California a sus veinticuatro años para iniciar su doctorado en Stanford, pero sus ansias de emprendimiento lo arrastraron a los furiosos rápidos empresariales que ya no le dejaron continuar su senda doctoral y lo adentraron inexorablemente en la vida de los negocios.

-Maps1 la primera compañía que formamos junto a mi hermano, él aún en condición de ilegal en Estados Unidos, hicimos software web enfocado al desarrollo de guías de ciudades por internet. Gracias a la confianza de nuestros inversionistas ángeles logramos arrebatarle cuentas determinantes a la competencia y ponernos en la palestra para que una gigante tecnológica nos hiciera una oferta, nada despreciable, para adquirir la empresa. Veintidós millones de dólares netos fue lo que logré con la venta de mi primera compañía -recuerda orgullosamente Nole.

La mitad de ese dinero sería destinado a la creación de una empresa de servicios financieros y correo electrónico que terminaría fusionándose con otra empresa para formar el primer banco por internet YapLap.

-Me destituyeron de mi cargo de CEO mientras me encontraba en vuelo a mi luna de miel -recuerda Nole- mis colaboradores más leales lograron contactarme en pleno vuelo, tuve que devolverme inmediatamente, pero ya era tarde, sólo me quedaba aceptar la nueva organización. Aún así logramos vender la empresa a otra gigante tecnológica. Ciento sesenta y cinco millones de dólares fue lo que logré ganar con esa venta -reflexiona Nole- ¡Gran negocio!

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